Vivo en la generación Black Mirror y me está costando adaptarme. Los no seguidores de la serie, no sabrán de que les hablo, pues bien, la serie versa en sus varios capítulos, independientes todos ellos, sobre la nueva generación tecnológica que vivimos y como está comiendo terreno al mundo terrenal, el de los sentimientos, el de piel, hueso y carne. Toca temas como la eutanasia, la muerte, las relaciones personales, el morbo, y un sinfín más que no quiero contar para no hacer spoiler.
Pues bien, ésta es la generación que están disfrutando algunos y sufriendo otros tantos. Los Wallapop, se están haciendo hueco frente a los mercadillos en los que se gritaban las ofertas; los Tinder se han abierto paso frente a los cafés en lugares idílicos para impresionar a la pareja y causar buena sensación; Aliexpress está favoreciendo la mano de obra barata en la India o Thailandia; Instagram, está haciéndole un flaco favor a los que piensan que la literatura es para intelectuales y que no merece ni los 5 minutos que antes gastábamos en leer alguna noticia o comentario en otras redes sociales, para mirar con envidia a famosos viviendo de vacaciones, enriqueciéndose de ponerse ropa o de hacer el payaso, creando una imagen inalcanzable para el resto de mortales que no tenemos esa genética, esa suerte o esa herencia.
No quiero ser hipócrita y tengo que decir que intenté adaptarme a estas aplicaciones que nos hacen la vida más fácil o más complicada según se mire, así que, voy a contar mi experiencia al respecto sobre ellas.
Wallapop. Yo soy un amante de los mercadillos, siempre que voy a Madrid, ese domingo paso por el rastro, me encanta la sensación de gente que lleva años en el mismo puesto vendiendo baratijas, artículos antiguos, incluso chorradas, pero me encanta pasearme por allí y ver lo que hay compre o no, negociar con los vendedores incluso metiendo en el lote otros objetos que quizás no necesite, pero se favorece un contacto humano, pues en Wallapop no es así. En la app, se pretende vender a precio de oro toda la basura que tienes en casa con la esperanza de que "pique" alguien y hacer el negocio del siglo, gente que te contesta sobre un artículo a los 10 días con suerte, o incluso aquellos que pretenden insultar tu inteligencia con trueques del tipo una silla de tu abuela vintage (si esa es la palabra de moda ahora, muy intelectual) a cambio de una Play 4. Además no por mi experiencia, pero en boca de otras personas, han llegado a insultar por no aceptar alguna oferta o trueque. Lamentable.
Tinder. Sin duda, la app más utilizada y la más fría del mercado. Tras insistencias de amigos y alargamiento de mi soltería, decidí hacerme uno pensando que podría ser interesante y conocer gente nueva. Más lejos de la realidad, si Wallapop es un mercado digital, Tinder lo es más, me explico. La app es un catálogo del Corte Inglés, vas viendo pasar productos y si te gusta le das una aprobación, como una "reserva del producto", si la otra persona le parece bien tu oferta "tu foto" ya puedes hablar con esa persona. Pues bien, hablando con chicas, me he encontrado de todo, las que van a saco, que alguno podrá decir que perfecto, quiere tema, pues bien, a mi no me gusta eso, soy uno de esos últimos románticos en los que prefiere tomar un café o saber más sobre esa persona, y que la cosa fluya, no ir con un ticket de "vale por un polvo" con alguien de la que solo conoces su foto, estratégicamente tomada y retocada en muchos casos. También hay gente resentida, es decir, lo han dejado momentáneamente con la ex pareja y que en ese intervalo si encuentra algo mejor y con mejor me refiero a sexualmente, intelectualmente, y demás "-mentes", si tienes la suerte de ser ese mejor suplente, perfecto, de lo contrario tendrá fecha de caducidad.
Aliexpress. La gente con esta app ya ha perdido un poco la cabeza, pues al tener precios muy muy bajos, se ha desatado una locura consumista de cables, auriculares, protectores de pantalla, ropa, y un largo etcétera que está favoreciendo a las empresas de mensajería, pero que está empobreciendo a dos colectivos:los trabajadores de esas empresas que aportan mas horas de trabajo no recompensadas; y en segundo lugar, los trabajadores de las fábricas donde se fabrican que seguramente estén fuera de la legalidad siendo esta una nueva forma de esclavitud, y un nuevo derechazo a lo estatutos de los trabajadores, mayores o menores de edad de países subdesarrollados.
Instagram. No tengo la app, pero he visto infinidad de veces a amistades que no paran de mirarlas. Pues bien, esta app solo pretende que veas la buena vida que se pegan los famosos o algún amigo que saca fotos de la comida que van a tomar, de lo buen estudiante que es con fotos de apuntes, de lo bien que le va ,al menos en las fotos, con su pareja, y una infinidad de exaltaciones de la falsedad humana. Yo suelo ser usuario de otras redes sociales, cada vez menos, como Facebook, y por lo menos, puedes leer noticias o datos curiosos y una infinidad de cosas más. No quiero ser hipócrita, veo chorradas como todo el mundo, pero...¿de verdad tan dificultoso e insufrible es aunque sea leer algo en las redes sociales, que preferimos solo ver con tal de no gastar cabeza en leer? Es duro, pero leer no quema neuronas.
Atrapados en redes sociales y apps que deshumanizan a la sociedad, así esta la prosa...........