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viernes, 31 de agosto de 2018

HOUDINI CONTRA EL AMARILLO, ROJO, VERDE Y AZÚL

Por las noches tengo una pesadilla recurrente. Verán a duermevela empiezo a soñar que voy de viaje a otro país, quizás alguien tenga la misma pesadilla dentro de su propio país, incluso continente, que por cierto, ahora se llama Carrefour, si me permiten el chiste malo. El caso es que empiezo a recorrer esas calles y siento como que un haz de luz de color amarillo, rojo, verde y azul con un nombre al que no acabo de ver, me persigue, pero no tengo miedo porque en el sueño tengo como en la mente marcado los lugares por los que puedo desviarme para huír de ese haz de luz. Cuando consigo darle esquinazo y empiezo a relajarme comienzo a tener la sensación de hambruna y decido comenzar a caminar buscando un bar, cuando de repente el haz vuelve a encontrarme hasta que consigo darle esquinazo motivado por un conocimiento del lugar que creía no tener y que parece que tengo insertado en la cabeza. De repente me paro en un bar y pasa de largo, y empiezo a comer el mejor bocadillo que he comido en mi vida, rodeado del mejor ambiente hasta entonces visto. Aún con la preocupación de saber que habrá sido del haz de luz comienza a caer el sol y entra la noche y tengo la sensación de que con el frío que hace necesito un lugar donde cobijarme, así que empiezo a buscar refugio y me topo con un hostal, donde un señor, aparentemente educado y de buenas maneras me ofrece una cama por un precio razonable así que me dispongo a ver la habitación, donde me percato de que no tiene calefacción para el frío que hace fuera en la calle, cuando por sorpresa a través de la ventana observo otra vez ese halo de luz, amenazante con romper la ventana, por lo que empiezo a correr hasta salir de allí y de repente me tropiezo con una piedra y sobresaltado y empapado en sudor, consigo despertar.

Es curioso, que haya tenido ese sueño, porque aún queda una tribu de los que disfruta visitando una ciudad desconocida y perderse, quizas hasta dar de bruces con un barrio en el que no se es bien recibido, o que nos lleve a otro lugar inesperado y guardar un bonito recuerdo y un "menos mal que nos perdimos" y aún creer en el destino y las buenas casualidades. También nos gusta ir a bares de poca monta y con un cartel a punto de caerse sin direcciones de correo electrónico debajo, donde se dan a voces las comandas, o incluso traernos de vuelta la anecdota de lo cutre que era el bar o el ambiente que había allí y meter en conserva esas risas para ir sacándolas en el invierno cuando solo calientan los recuerdos del verano y las vacaciones. Gente extraña, que quieren su propia imagen de los lugares que visita o de como los disfrutará cuando llegue, en vez de lo que han hecho otros camara en mano. Locos de atar, que pierden pasajes de tren, de avión, de autobús, y les lleva a conocer a gente que parecen colocados por la mano del mítico 10 de Argentina para los ateos. Presidiarios de la rutina que escapan a lugares donde ser anónimos, o para que nadie los vea, o para huír de los miedos que dejan en su casa de origen, adoptando fuera un nuevo hogar de varios días, o meses, o quien sabe, ¿de años?

La tribu de los Houdinis, de los escapistas, de los cobardes que huyen del amarillo, el rojo, el verde, y el azul de los escritorios de los ordenadores.


En la era de Microsoft y de Trip Advisor y yo criticándolos, así esta la prosa...................





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