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viernes, 4 de diciembre de 2015

¿QUE SERÍA DEL MUNDO SIN ABOGADOS?


Imagine all the people…..es la canción que pegaría con esta pregunta, pero que hay detrás de un tipo como Lionel Hutzs? Sí, detrás de los abogados, hay un tipo con escrúpulos y que no muerde en los tribunales, así que no generalicemos, pero sí, también es cierto que los abogados a veces causamos más problemas de los que resolvemos porque nos gusta el dinero, damos el cayo por dinero que diría Homer.
Podría parecer que por la indumentaria de traje y corbata que llevan los abogados pueda parecer gente seria y sin sentimiento alguno, pero no, detrás de cada uno de ellos se encuentra un Lionel Hutzs particular. Quizás el poner tapillas a los jueces en los zapatos pueda ser exagerado, o coser togas, pero si, se malvive hasta que te sale miopía de mirar sentencias del año de la ley Seca y empiezas a parecerte misteriosamente a Milhouse de mayor y acabas en el dream team de los abogados en manos de un Señor Burns de turno. Pero para llegar a eso, detrás hay una dura y larga espera en la que ni ver a Flanders subido en el cortacésped a cámara lenta durante horas o saber que vas a conseguir un arma al final puede suponer una recompensa.
La vida de un “pasante” (su nombre se debe a que ves pasar las estaciones, las horas, el dinero en manos de otra gente que no eres tú, ves pasar expedientes, papeles….etc), es dura. Siguiendo un estereotipo simpsoniano, lo más parecido es aquel capítulo en el que Bart se convierte en ayudante de Krusty. Poco dista la realidad de este capítulo.
Tu jefe suele ser un tipo que le falte el pelo por algunas zonas…..como Krusty!; que te trate con la punta del pie…..como Krusty!; que se enfade por tus éxitos por miedo a que lo superes y le quites el chiringo……….como Krusty!; que se vayan de vicios…….como Krusty!; que tengan un mono que fume, como….bueno eso quizás no todos, pero quizás ahí si debieran de parecerse, por lo menos, un mono en una oficina puede dar mucho juego y darle un tono exótico a esas oficinas cubiculares que se asemejan mucho a la burbuja de aislamiento de Bart.
Pero que les mueve a los “Krusty de la vida real” a escuchar al Homer malo y tratar así de mal a esos pobres estudiantes que solo quieren vivir y ganar lo suficiente para emborracharse el fin de semana? Si hubiese un rey de los Badulaques, esa sería mi pregunta sin duda. Tengo mi teoría al respecto, y la voy a exponer.
Hace mucho tiempo, cuando no había crisis estos Krustys vivían en la ciudad de la gominola en la calle de la piruleta, donde sus padres les ponían un lugar donde ejercer su profesión, todo era bonito, entrañable, bohemio, quizás hasta eran de ese tipo de gente que bebían gin tonic en somblelo de caballelo, pero aun así, sus padres los veían inexpertos y blandos, exclamando un ooooooohhh (como cuando ves a un corderito) y no se los tomaban en serio, entonces apareció el Raniel Folkasel que todos llevamos dentro y gritaron al cielo Mendooooooozaaaaaaaa!! y la empezaron a pagar con los más débiles de la oficina, los becarios. Como el dolor físico por aquel entonces estaba prohibido y no se podía atropellarlos con el coche de choque como a aquel pobre tuñido irlandés, se dedicaron al noble arte de putear al becario con originales arguicias, y la mayor máquina de tortura construida en este siglo (que mundo tan fascinante nos aguarda), las cafeteras. Creo que este tipo de gente cuando ve un café o una cafetería empiezan a babear como Homer, que unido a la visión del becario se produce un aumento de salivación tan solo comparable al momento en el que delante nuestra tenemos a la dulce Venus; y comienzan a mandar ordenes de cafés a diestro y siniestro convirtiéndose en un mar de lujuria y orgía descafeinada, que debe de quedar por donde yo trabajaba, metro arriba metro abajo.
Pasado el tiempo, piensas que eres respetado, eres el niño de la oficina, pero entonces la frustración viene por oleadas. Cuando piensas que se interesan por tus gustos, aficciones, estudios, y cosas relacionadas, el jefe te dice, buen trabajo, te quiero Pepsi!!, y por supuesto te prometen un dinero que nunca va a llegar, haciéndote partícipe del caso, pero no del dinero, pero ya sabéis……..aqui somoh todoh amigoh chicoh!. Todo esto se produce durante muchos días y muchos cabreos, hasta que llega el día en el que te sientes con ganas de cantar y bailar, diciendo…..yo me voy por mi izquierda, yo me voy por mi izquierda….todos sabéis como acaba, la canción y la situación.
La moraleja de esta historia aparte de que no os esforcéis, es que después de aquella experiencia, pensé que poner tapillas a los zapatos puede ser muy interesante, hasta que encuentre un hermano mayor que me acoja, siempre y cuando no lo quieran en rubio, porque si no estaré jodido siendo moreno…..

Así está la prosa.........



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